Según la Real Academia Española, "esperpento" es un hecho grotesco o desatinado. El caso que nos ocupa bien podría ser una nueva obra de teatro del maestro Valle-Inclán, protagonizada por un árbitro zamorano.
Situémonos: encuentro entre Ávila y Aguilar correspondiente a la 26ª jornada del grupo octavo de tercera división. Encuentro disputado el domingo, donde el control del balón estuvo casi totalmente en manos abulenses, mientras que Aguilar, muy replegado, trataba de salir rápido a la contra. Pese al dominio del Ávila, era el Aguilar quien se adelantaba en el minuto 24. Poco le duró la alegrio al Aguilar, pues trece minutos después, el Ávila conseguía la igualada por medio de Emilio. Ya en la segunda parte el control y dominio del juego por parte del Ávila se acentuó, con varias ocasiones que pudieron decantar el choque en su favor.
Ahora atentos porque la escena que continúa es digna del surrealismo de una película de Buñuel. Llegamos al minuto 94 con empate a 1. Ávila volcado al ataque, tiene la última oportunidad de llevarse los tres puntos con un corner a favor. El balón colgado al área es rematado de cabeza por Tirso y despejado por la defensa del Aguilar justo en la línea de gol. Los jugadores y aficionados del Ávila celebran el gol, los jugadores del Aguilar despejan el balón…
¿Gol? ¿Despeje en la línea? Para decidir y sacarnos de dudas, hace aparición el protagonista de la historia, el árbitro zamorano Vaquero Girón. En un primer momento, el zamorano da por bueno el despeje de la defensa y decreta el final del partido. Los jugadores del Aguilar corren en estampida hacia los vestuarios celebrando la consecución de un punto, que sabe muy bien fuera de casa.
Pero tranquilos que la historia no acaba aquí. Los jugadores del Ávila se abalanzan sobre Vaquero Girón, para que consulte a su asistente, que desde la polémica jugada permanece inmóvil con la bandera levantada. El árbitro entabla una conversación con su auxiliar, José Manuel Arribas Aragoneses y cambia de opinión. Ya sin los jugadores del Aguilar en el campo, decreta que ha sido gol legal. Los jugadores del Ávila celebran la victoria, mientras el conjunto del Aguilar se entera del cambio de última hora en los vestuarios y no pueden creerse lo ocurrido. Intentan protestar al árbitro zamorano, pero sus ruegos no obtienen respuesta. El entrenador aguilerense, muy enfadado, no podía creerse que hubiesen perdido el partido en los vestuarios.
Fin de la historia, el Ávila, tras una jugada polémica consigue los tres puntos frente al Aguilar. Perfectamente podría ser el final de nuestra historia, pero Vaquero Girón, consideró que aún podía generar más desconcierto a ambos equipos. Una hora y media después de culminar el partido, el árbitro hace entrega de las actas a los delegados de cada club. Cual es la sorpresa de ambos, cuando leen y ven que el resultado final que queda reflejado es de empate a uno. El desconcierto, la tensión y la indignación inundan los vestuarios.
El empate es el resultado válido una vez que da por finalizado el partido, pero en el acta el colegiado añadió un anexo donde cita que vio como su asistente le requería con el banderín en alto, una vez culminado el partido y con los jugadores del Aguilar abandonado el terreno de juego. El auxiliar comenta que en esa última jugada el gol del jugador abulense es legal, pero pese a ello Vaquero Girón no lo concedió por no verlo. El árbitro zamorano se escuda en ese documento alegando que deberá ser el Juez Único de Competición el que decida el marcador final. Tanto la directiva del Ávila como la del Aguilar prometen recurrir ante Competición
Cuantas veces hemos oído que los árbitros pueden dar o quitar ligas, pitar un penalti o no pitarlo, errar a la hora de señalar fueras de juego o goles fantasma. Todos somos humanos y nos equivocamos. Lo que ocurre es que cuando marcas más goles que tu rival durante los más de noventa minutos que dura un partido de fútbol, la lógica te dice que has vencido el choque. Pero cuando tras el encuentro, el señor árbitro te da el acta y descubres que has empatado, no te puedes creer lo que está pasando.
Entrenadores, jugadores y aficionados de España, no estéis seguros de la victoria de vuestro equipo hasta que el árbitro os entregue el acta definitiva, y más si el colegiado que tenéis en frente es el zamorano Don Vaquero Girón.
Fuente: Vavel
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