En las profundidades del Estadio Adolfo Suárez de Ávila durante casi dos horas todos esperaban. Lo hacía el Aguilar. Lo hacía el Real Ávila. Hasta los delegados del complejo abulense permanecían atentos a una puerta que parecía no abrirse nunca. Detrás de ella los colegiados del encuentro debatían sobre qué hacer en un acta que daría la vuelta al territorio nacional. «No existían precedentes, y tuvieron que pedir ayuda, primero al Comité de Árbitros Regional y luego al Nacional», admiten fuentes de la Federación de Fútbol de Castilla y León.
Las dudas y los nervios eran patentes en los rostros de tres colegiados que nunca antes habían coincidido en un terreno de juego. El segoviano José Manuel Arribas, el linier que dio por válido el gol fantasma del Real Ávila el pasado domingo, forma parte del cuerpo específico de jueces de línea, y el 90% de los partidos los comparte con otro colegiado segoviano, y no con el zamorano Manuel Vaquero Girón. El desconocimiento entre ambos es patente en la última jugada del encuentro cuando Arribas Aragoneses levanta el banderín y el colegiado ni le mira, pese a tratarse de una jugada conflictiva. «La jugada es muy rápida y, pese a las imágenes, el línea corre nada más que da el gol hacia el centro del campo. Manuel no le ve y sigue concentrado en una jugada en la que también se reclama penalti y que termina con un lanzamiento a portería», indica otro colegiado. «Se equivoca y es un error que tiene trascendencia en el resultado, porque el que mejor ve si el balón ha entrado o no en el lanzamiento del Ávila es el juez de línea», explica.
El árbitro zamorano pita el final del partido y se percata de la bandera de su nuevo asistente. «José Manuel le comenta lo sucedido, y tras dudar un minuto y con el acoso de los jugadores abulenses, Vaquero Girón, comenta a los futbolistas locales que dará el gol como válido, ante el asentimiento de sus dos linieres.
Sin embargo, cuando el colegiado y su equipo abrieron la puerta de su vestuario poco antes de las 21:00 horas, con los dos equipos expectantes, el gol no estaba incluido en el casillero del Real Ávila. Se dieron cuenta de «una coletilla del reglamento» que no les permitía cambiar nada tras el pitido final. Lo consultaron con ese departamento encargado de las reglas del juego, en el que un especialista también requirió de la intervención de otro del Comité Nacional de Arbitraje. «No había precedentes en la historia del fútbol español, y se les recomendó que señalaran lo sucedido en un anexo, y en el acta solo reflejaran lo ocurrido hasta el pitido final», comentan desde la federación. Así lo hicieron los tres, antes de hacer pública su decisión.
Al día siguiente, el colegiado y su equipo recibieron la llamada desde el Comité Arbitral. El error es manifiesto, aunque desde este organismo «se les regaña» por haber expresado en voz alta que concederían el gol y por no haber ocultado el verdadero motivo del banderín levantado. «Podíais haber dicho cualquier cosa y os habríais ahorrado problemas», les espetaron. Ahora, tanto el árbitro como el línea, se enfrentan a una posible sanción o la famosa 'nevera'.
Fuente: El Norte de Castilla
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