En Navalonguilla, un pueblo de la provincia de Ávila, han llegado a vivir más de 2.000 vacas pero ahora apenas quedan dos centenares, un cero menos que marca una gran diferencia. La razón de esta reducción no está en el descenso del número de ganaderos, sino en la tuberculosis.
El elevado número de casos positivos ha llevado a casi todas las explotaciones a tener que hacer, al menos, un vaciado de su ganado. Eso significa sacrificar todas sus cabezas y partir de cero. Comenzar a caminar si las condiciones económicas lo permiten, porque la inversión es importante y las indemnizaciones no cubren lo que cuesta reponer las cabezas sacrificadas.
José Chaparro tiene 60 años. En mayo del año pasado un positivo por tuberculosis le obligó a decir adiós a las 51 vacas de su explotación. Le gustaría jubilarse, pero asegura que le están «poniendo muchas pegas». Toda su vida la ha dedicado al ganado y afirma, categórico, que las «cosas no están nada buenas», que es «lamentable» lo que sucede. Antes, «cuando había una vaca mala se llevaba a matar; ahora hay que tener toda la ganadería retenida, sin comprar ni vender y entonces, ¿qué haces?», se pregunta.
Sus vacas, como las del resto de ganaderos de Navalonguilla, vivían en los prados, en extensivo, y compartían pastos con animales salvajes como jabalíes o ciervos. Cree que ellos están detrás de las enfermedades porque de lo contrario «no se entendería» que el dinero que se invierte en saneamiento ganadero no tenga reflejo en un descenso del número de casos positivos.
Jesús Veneros es secretario de ganadería de UPA en Ávila y ganadero, de Hoyos del Espino. Con el corazón en la mano asegura que cuando sale un caso positivo «todos se echan a temblar» porque eso supone tener la explotación inmovilizada. En la zona del Barco de Ávila o en Gredos, los ganaderos de extensivo están «fritos», se lamenta, porque «cuando no es la tuberculosis, es la brucelosis o si no, los ataques por lobo». Como José, cree que «no sirve de mucho» sanear las ganaderías, si luego los animales salvajes «contagian» al ganado porque comparten pastos y bebederos.
La situación ha llegado a tal límite que varios ganaderos han tomado la decisión de alquilar parcelas en Extremadura durante todo el año para dejar allí su ganado, sin hacer la trashumancia. «No las suben para que no se contagien», explica Veneros.
UPA cifra en 25.000 las vacas sacrificadas en los últimos cinco años por los saneamientos ganaderos que, según el secretario general de esta organización en Castilla y León, Julio López, han llevado a situaciones como la de Navalonguilla, «un pueblo arruinado» que ha visto como casi todas sus explotaciones han tenido que sacrificar sus animales. Algunos han vuelto a empezar con ganadería saneada y, de nuevo, «han vuelto a dar positivo por la transmisión de enfermedades por parte de ciervos, jabalíes o corzos». Reclama «soluciones eficaces» porque el índice de animales que da positivo por tuberculosis ha vuelto a los niveles del año 2004, a pesar del dinero invertido. Y la indemnización no cubre el coste de los animales que se sacrifican.
Fuente: El Norte de Castilla
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