miércoles, 29 de junio de 2011

La abulense de la permanente sonrisa que encarna la capacidad renovar

Alicia García es también María, Lucía y Alejandra. Son sus tres hijas. Y nadie que conozca a la madre puede no acabar por preguntarle qué tal están sus tres retoños. Es una madraza con mayúsculas; ejerce de tal con un orgullo envidiable.

Alicia García es también sinónimo de renovación y de cantera. La cantera del PP; la renovación, la de un partido que, como el abulense, ha estado dos décadas y media representado en las instituciones autonómicas por el mismo dirigente. Alicia García dio el salto a la política autonómica desde la municipal. Era concejala de Presidencia y Participación Ciudadana y la dirección provincial del PP abulense la situó en el número dos de la lista a las Cortes. Era mayo de 2007 y Juan Vicente Herrera y su equipo se fijaron en ella para la Dirección General de la Mujer. Cuatro años de brega en el tercer escalón político de la Junta de Castilla y León han sido más que suficientes como para que ahora el presidente haya decidido encomendarle la cartera de Cultura y Turismo. Entre medias, en el congreso regional popular en 2008 ascendió a una de las cuatro vicesecretarías autonómicas, la de relaciones con la sociedad.


En la Dirección de la Mujer se ha granjeado fama de dialogante. Esto que podía ser un tópico en todo político que se precie, en Alicia García es la base de su 'modus operandi'. Quienes han tenido la experiencia de tener que tratar con ella en los últimos cuatro años aseguran que cada vez que han telefoneado para reunirse con ella han sido recibidos casi al instante. Y han sido escuchados. Dicen que es fiel a sus ideas y programa de trabajo, una cualidad que han apreciado sus interlocutores, pero eso no le ha impedido en ningún momento abrir su mente a las numerosas corrientes de pensamiento y actuación que en su complicado departamento han ido apareciendo un día tras otro en la aplicación de las políticas encaminadas a conseguir un escenario más favorable a la igualdad. En esto ha jugado con ventaja. Nacho, su marido (que trabaja en la consejería a la que ella llega ahora), es un convencido del trabajo en común en el hogar.

Juventud, formación, preparación, cualidades de una Alicia García que ahora se enfrenta al nada fácil reto de hacerse cargo de una consejería de la que dependen las políticas a favor de mantener en perfecto estado dos de los valores esenciales de la comunidad, el patrimonio y la lengua.
 
Fuente: El Norte de Castilla

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