Las cosas ya no son lo que eran. Y 1954, cuando Licinio Prieto accedió a la alcaldía de Cuevas del Valle, en plena dictadura franquista, nada tiene que ver con 2011. Pero ahí sigue él, a punto de cumplir 89 años, volviendo a ganar las elecciones con mayoría absoluta, y manteniendo fuerte el cetro del poder de este pequeño pueblo abulense de 540 habitantes, como el alcalde más viejo y veterano de España… tras más de medio siglo al frente del consistorio.
Tenía 32 años cuando tomó posesión de su cargo por primera vez, cuando Cuevas del Valle no tenía ni agua corriente, ni alumbrado público, ni teléfono… pero si una huella enorme de la Guerra Civil que había que cerrar: «Cuando empecé este pueblo había sufrido mucho en la guerra. A mi familia la machacaron los republicanos, desde mi padre hasta mi abuelo, a todos los mataron. Luego entraron los franquistas, que también machacaron a las otras familias igual que a mí. Esto lo fui analizando y llegué a la conclusión de que había que hacer lo posible para que no volviera a pasar aquello, porque una cosa es que te cuenten la guerra y otra vivirla y sufrirla como yo. Cuando me nombraron alcalde, a los de izquierdas y comunistas los tenían marginados y yo los liberé. Dije (a las autoridades) que estaba administrando unos bienes que no eran míos, que eran del pueblo, y que todo el mundo tenía el mismo derecho. Así que conseguí los mismos derechos para los de ambos bandos. Yo, sin darme cuenta, hice la transición política en este pueblo cuando empecé con 32 años, veinte años antes de que llegara la Democracia».
Esa fue la triste herencia que recibió Lucinio del municipio. Un recuerdo de sangre («los dos bandos hicieron barbaridades. No salvo a ninguno», declara), ni duro y un ayuntamiento en ruinas que no hace mucho ha conseguido restaurar y convertir en una sala polivalente para exposiciones, conferencias, con una sala de cine, una planta para los jubilados «que está de lujo» y otra con «una buena biblioteca».
Lo primero, el teléfono
Uno de los primeros logros de Lucinio fue traer el teléfono, en 1954, poco después de ser elegido. Cuatro años más tarde traería el agua corriente, pero tuvo que esperar al principio de la Democracia para que llegara el alumbrado público, mientras elegido una y otra vez, mayoría absoluta tras mayoría absoluta, ya fuera con Franco o representando a UCD, CDS y por último el PP. «Los que iban cayendo eran los partidos, yo quedaba en pie», dice orgulloso a pesar del cambio de chaqueta. Y todo ello sin cobrar nunca un céntimo: «He sido agricultor, ganadero, almazarero, corresponsal de bancos, he tenido un bar, un pequeño almacén de materiales de construcción… así me he ido defendiendo, hasta que a mis hijos los pude situar».
Cuando yo llegué, los anteriores miembros del ayuntamiento había rehusado poner el teléfono: «Era muy caro, decían. Entonces yo lo solicité, y nos dijeron que teníamos que esperar, porque nos lo habían ofrecido ya y habían dicho que no por el coste. Pero yo era amigo del jefe de ingeniería de Telefónica en Madrid, que me dijo que esto el que me lo podía solucionar era el gobernador provincial de Ávila, Fernando Herrero Tejedor (que sería después ministro y secretario general del Movimiento Nacional con el penúltimo gobierno de Franco). Así que me presenté allí, se lo dije y me lo solucionó, pagando lo que se me pedía», cuenta.
Y así fue comiéndole terreno al siglo XX. En 1960 consiguió traer agua corriente al pueblo por 350.000 pesetas, cuando le pedía cuatro millones. «Y después se la puse gratis a todo el mundo». Y para traer el alumbrado público tuvo que esperar nada menos que a la llegada de la Democracia, y, a pesar de que le habían dicho de nuevo que «era muy cara y que no la ponían», fue a hablar con el presidente de la diputación, del CDS, y consiguió que le dieran una subvención «de los remanentes para ponerla». « Todos con que era caro y no se hacía nada», añade.
Una segunda Transición
Fue cuando se iba a elegir en Cuevas del Valle al primer alcalde de la Democracia, cuando Licinio decidió que, tras 21 años como alcalde franquista, ya era suficiente: «Pero me convencieron para que continuara –relata–. Y me reuní con todos los que venían nuevos y les convencí de todo, de manera que todos los acuerdos que se hicieron en los primeros cuatro años se hicieron por unanimidad. Aquí la Transición se hizo otra vez».
Desde 1954, ha ocupado el sillón municipal durante medio siglo, salvo entre 1974 y 1977 y en el segundo mandato de la Democracia (1983-1987), siempre con el mismo ánimo y fuerza a pesar del paso de los años, de la llegada de los primeros nietos, la jubilación de dos de sus hijos o su estreno como bisabuelo: «Quedan muchas cosas por hacer, a pesar de que estamos renovando más de 10 kilómetros de tuberías del agua, hemos cementado muchos caminos rurales, cambiado el alumbrado público, construido un ayuntamiento nuevo o un telecentro con bastantes ordenadores, ¡que de verdad está muy bien hecho!».
¿Se presentará usted dentro de cuatro años? «Yo ya no puedo hacer planes a largo plazo, que ya tengo 89 años. Ahora veremos a ver cómo me sale está. Y luego, si estoy bien, pues a los mejor me presento, y si no, pues no. Estoy relativamente bien, pero…», duda, «yo no quería tantos años, pero a ver qué voy a hacer, tengo que aceptarlos».
La juventud viene pegando fuerte… menos en Cuevas del Valle, donde a Lucinio hace tiempo que se le escurrió la mocedad: «Yo tenía 14 años cuando empezó la guerra y ya estuve amenazado de muerte y… bueno… pero aquello ya pasó».
Fuente: ABC
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