Entre 1979 y 1995 diversos pueblos de la Sierra de Ávila sufrieron una oleada de robos en sus iglesias. Desde entonces, los ladrones se han ido especializando y son muy pocos los que entran en los templos en busca de joyas que puedan reportarles un beneficio económico significativo. Los tiempos en los que desaparecían columnas, ángeles o cálices de las iglesias pertenecen ya a otra época, y desde mediados de los años 90 no se tiene constancia de robos importantes en territorio abulense.
El delegado de Patrimonio de la Diócesis de Ávila, Óscar Robledo, atribuye esta tranquilidad a varios factores. El primero, que los amigos de lo ajeno son conscientes de que los objetos que antes llamaban su atención y que era relativamente fácil llevarse de una iglesia se encuentran ahora por poco dinero en cualquier casa de ventas online.
En segundo lugar, las trabas que pueden encontrarse a la hora de colocar esos objetos en el mercado, ya que están catalogados en un detallado Inventario de Patrimonio Cultural que la Junta de Castilla y León empezó a elaborar en el año 2001. En él figuran la fotografía y descripción de todas y cada una de las piezas que se encuentran en las iglesias de la comunidad, en permanente actualización. “De Ávila, ahora podemos tener unas 150.000 fichas”, estima Robledo.
A esto hay que sumar el protocolo establecido que se activa ante un robo y la dotación especial para investigar este tipo de delitos con la que cuenta la Guardia Civil; sin olvidar la concienciación de los últimos años en torno a la protección del patrimonio y el traslado de las piezas más valiosas a lugares seguros y vigilados.
Ahora el principal escollo, comenta Óscar Robledo, “es que quien lo roba, si no consigue un beneficio económico lo destruye, porque no le ha supuesto ningún desembolso”. Los metales se funden a pesar de que la cantidad de dinero que esto pueda reportarles sea ínfima en comparación con su valor original, y la madera “sirve por desgracia para hacer hogueras”, lamenta.
Robos en Ávila
“El patrimonio de Ávila es muy concreto”, comenta el delegado de la Diócesis. Las grandes obras de arte de la antigüedad que se encontraban en la zona Sur ya no existen porque fueron las tierras más castigadas durante la Guerra Civil, y se quemaron casi todas las iglesias del Valle del Tiétar con todo lo que había en su interior. “Ahora lo que se busca cuando se entra en un templo suele ser dinero y, a menudo, es más el destrozo que ocasionan que lo que se llevan”, explica.
Después está la zona de La Moraña cuyo patrimonio es barroco. “En su época tuvo su tirón para la decoración, pero hoy está el mercado saturado”; un patrimonio que contrasta con el románico del norte de la comunidad autónoma “más antiguo, cinco siglos de diferencia, y de más categoría”, afirma.
Volviendo atrás en el tiempo, aparece el robo de la Virgen de los Remedios en Solana de Río Almar, en 1990. Se trataba de una imagen del siglo XV que no se consiguió recuperar y a la que ahora sustituye una copia. Más que el valor histórico o artístico que pudiera tener, su pérdida fue un varapalo para todos los vecinos ya que se trata de la patrona del pueblo a la que profesan una gran devoción.
El Santuario de El Cubillo, según los documentos que maneja la Diócesis, sufrió entre 1972 y 1993 siete robos de piezas de escaso valor actual pero que por aquel entonces era fácil colocar en el mercado, venderlas a anticuarios o ponerlas a disposición de quien quisiera emplearlas para decorar sus viviendas.
Uno de los últimos robos de los que se tiene constancia es el ocurrido en Hernansancho en 1995, desde entonces, apunta Robledo, no hay habido robos significativos “y mucho menos indiscriminados”. Los ladrones se llevaron el Cristo de San Martín, una imagen del siglo XVIII que representaba al patrón del pueblo y de la que no se volvió a saber nada, por lo que como ocurrió con la Virgen de los Remedios, se elaboró una nueva.
Más importantes fueron los robos ocurridos en la comarca de La Moraña, en concreto en Riocavado, donde desaparecieron algunas de las pinturas del retablo del siglo XVI y que Óscar Robledo cree recordar que se atribuían a Pedro de Salamanca. También, se robaron esculturas como la de San Jerónimo y San Isidro que aparecieron años después y tras superar el proceso que las mantuvo retenidas como pruebas de delito, volvieron al municipio.
Fuente: León Noticias
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