Carlos Soria nació en Ávila el 5 de febrero de 1939, dos meses antes del final de la Guerra Civil. Hijo de tapicero, siguió con la tradición familiar hasta la jubilación. "He trabajado de tapicero desde los 11 años y he hecho cosas muy bellas, pero no lo echo de menos", asegura. "Porque mi verdadera pasión era la montaña", añade. Allí conoció a su mujer y ha pasado grandes momentos con sus cuatro hijas. "Ellas me entienden y me apoyan. Son también montañeras", desvela.
A sus 73 años, el veterano alpinista quiere cumplir ahora con su sueño de coronar las 14 cumbres más altas de la Tierra. "Creo que le estoy demostrando a la gente de mediana edad para arriba que no se debe renunciar a nada en la vida por la edad. Los nietos están muy bien, pero hay que disfrutar", comenta. De momento, ya ha subido 11 montañas de más de 8.000 metros. Le faltan el Anapurna, el Kanchenjunga y Dhaulagiri. El 5 de marzo partirá hacia Nepal con la intención de subir el Anapurna y si lo consigue se atreverá con el Dhaulagiri, con el que tiene una deuda que saldar. "Allí tuve la peor experiencia de mi vida en una montaña cuando falleció en 2001 mi amigo Pepe Garcés", recuerda.
Carlos Soria pisó por primera vez la montaña a los 14 años y a los 34 formó parte de la primera expedición española al Himalaya. "Entonces sí que era difícil afrontar un reto así. No había ni material ni información. Ahora desde el móvil se organiza todo".
Desayuna ajo, pan y aceite
Pese a su avanzada edad, el montañero abulense goza de una salud excepcional. Uno de sus secretos está en el desayuno. "Desde hace unos años, por recomendación de una atleta de élite, tomo un par de dientes de ajo en el desayuno. Me los como con pan y aceite, algunas veces le meto algo de cecina, pavo o tomate. Desde entonces nunca he estado enfermo. Dicen que el ajo es un antibiótico natural", explica. Junto a una magnífica genética, una exigente preparación física es otra de las claves de su buen estado de forma: "Me levanto temprano y hago gimnasia y abdominales todos los días. Como complemento suelo practicar esquí de fondo y corro. La última prueba que hice fue en Baqueira: 42 kilómetros a diez grados bajo cero". Este es Carlos Soria, un ejemplo para todos. Un septuagenario soñador. Una institución de la montaña.
Lidera un proyecto solidario en Sama
Carlos Soria no quiere premios ni reconocimientos. "Lo mejor de la montaña es convivir con la gente", dice el alpinista, que comenta su mejor recuerdo: "En 2010 llevé colchones y mantas a una escuela en Sama, un poblado camino del Manaslu donde estuve hace 37 años". Ahora, junto al BBVA, Soria ha puesto en marcha un proyecto solidario en el mismo poblado que consistirá en el desarrollo, con la colaboración de un experto, de un negocio local. "El alpinismo también es ser solidario", concluye.
Fuente: 20 minutos
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