Lo bueno de echar la culpa a otros es que no hace falta asumir responsabilidades. Y, si nada se ha hecho mal (todo lo negativo es culpa del enemigo), no hay motivo para cambiar nada. La vida sigue igual o casi igual, incluso después de un intenso domingo en el que los dos principales partidos apostaron por contraprogramarse: congresos provinciales del PP y del PSOE el mismo día y casi a la misma hora.
En los populares todo fue unidad. Lo que me preocupa es que sea ésta una cualidad de la que presumen tantos partidos. Puestos a sacar pecho, sería mejor hacerlo por la discrepancia, el debate de ideas, los distintos puntos de vista que acoge una formación bajo sus colores… Pero no todo está perdido. Uno de los compromisarios del PP repartió entre los asistentes un comunicado en el que se criticaba a Antolín Sanz por llevar 12 años ocupando el mismo cargo y aspirar a más. También se denunciaba, entre otras cosas, la acumulación de cargos de Agustín González y de García Nieto, y se acababa diciendo que “la soberanía es de los militantes del PP”. Por lo que dijo este compromisario, forma parte de la Plataforma Democracia y Libertad en el Partido Popular. “¿Sois muchos en Ávila?” Le pregunta alguien. “De momento yo. Algún militante me apoya a título personal, pero no puedo decir su nombre”. Parece que hay miedo a sacar los pies del tiesto.
Mientras en el Lienzo Norte, lugar elegido por el PP, no había lugar a la sorpresa, a solo unos metros, en el Hotel Cuatro Postes, los socialistas tenían que elegir entre dos candidaturas. La cosa estuvo ajustada, como se esperaba, pero finalmente se llevó el gato al agua Tomás Blanco. No es que César Martín sea, precisamente, una cara nueva, pero sí me da la impresión de que podría significar cierto cambio en el partido. A lo mejor me equivoco, pero el nuevo secretario general me huele a continuidad, algo que no se puede permitir un partido que ve como, elecciones tras elecciones, va perdiendo seguidores en esta tierra a pasos agigantados.
Como señalaba la Plataforma Democracia y Libertad en el PP, nadie debería ocupar el mismo cargo durante más de ocho años. Del mismo modo, nadie debería continuar en los puestos de responsabilidad de un partido después de fracasar en más de dos comicios. Cualquier formación necesita renovación y, para ello, dirigentes valientes que no tengan miedo a dejar la poltrona y hacer hueco a nuevas ideas, nuevas personas, nuevos proyectos.
Fuente: Periodistas en libertad
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