Aunque el pintor aragonés había estado en varias ocasiones previas en esta localidad abulense a finales del siglo XVIII, no fue hasta 1812 cuando firmó un aguafuerte con el texto: "Goya, en Piedrahíta. Año 1812".
Así lo ha recordado hoy, durante el pregón que ha servido para inaugurar esta fiesta turística y cultural, la teniente de alcalde de Cultura en el Ayuntamiento de Ávila y directora de la Escuela de Educación y Turismo, Sonsoles Sánchez Reyes, quien ha subrayado que esta actividad sirve para "aunar cultura y tradición".
Ataviada de época, Sánchez Reyes también ha retornado, junto a cientos de personas, al siglo XVIII, la época de mayor esplendor de esta localidad abulense situada en la vertiente norte de Gredos, a unos 60 kilómetros al suroeste de la capital.
Allí instaló la Casa de Alba una pequeña corte que pasó por su espectacular palacio de estilo versallesco, hoy convertido en colegio público.
La pregonera ha vuelto a 1812 para recordar que en aquel momento Goya tenía 66 años en un país cuya media de vida apenas era de 30 y en el que solo el 10 por ciento de los 12 millones de habitantes de España "sabían escribir".
Majos y petimetres han vuelto a llenar un año más las calles de colorido ataviados con los trajes típicos que hace dos siglos reflejaban su condición social.
Los majos, pertenecientes a las clases más humildes, solían vestir lo que se conocía como moda española, con un estilo semejante al de los personajes de la histórica serie de "Curro Jiménez".
En el lado contrario se situaban los afrancesados petimetres, de clase alta, que se distinguían por un atuendo integrado por levita, chaleco floreado, puntillas en cuello y puños, pantalones bombachos, zapatos con hebillas, medias y otros complementos.
Por su parte, las mujeres, que utilizaban como complementos las redecillas en el pelo, las grandes pelucas, los encajes, los parasoles o los abanicos, utilizaban vestidos largos y coloridos.
Fuente: Qué
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